CARLOS BARBARITO


meninas

desnudo y la mascara








mejor visto a pantalla completa

pulsa sobre o para ver el poema siguiente











o





Doña Isabel de Velazco dice

No hay peor infierno que morir intacta.

Y en ese infierno estoy desde hace horas o días o
años, esperando sin esperanza desde los glaciares
de mi vientre que vengan los lobos y me desgarren
a voluntad esta carne que se obstina en seguir
prendida a mis huesos para recordarme mi condena.

Desde mi corazón de mica, espero sus afilados
dientes, sus olores a almizcle, sus uñas jamás
cortas, sus feroces sacudidas. Y yo, o estos
despojos que son ya y ya no yo, deshaciéndome,
disolviéndome entre esas garras y esos dientes
con la infinita felicidad de quien se extravía por fin
junto con su angustia en las ciénagas del olvido.

No hay peor infierno que acabar entera, sin haber
mordido las sábanas en un cuarto bajo los relámpagos,
sin haber sentido surgir de adentro un furor de sangre,
sin haber temblado como poseóda bajo el peso bello
y tremendo de una demencia sin muerte, de una
peste sin muerte.

Sola, bajo la tierra, perseguida por las mismas
visiones que me atormentaron en la larga agonía
junto a las gasas y los cirios: lentas sombras obligadas
a reunir su hacienda con migajas, con dientes de perro,
con biznas de pasto -yo, una de esas sombras- y a
dejar la miserable herencia a un mundo que exige
incendios, golpes de olas, ágiles leopardos.

Yo, la cobardemente pura, pido perdón a Dios.

o





















La bufona Mari-Bárbola dice

Era una larga mesa de tullidos en cuyos platos
humeaban restos de panes comidos de moscas. Eran
dos camas de babosos que se aferraban unos a los
tobillos de otros pero igual temblaban.

Este es tu destino, confórmate -me dijeron. Y
escupí contra sus rostros y patée el suelo, y me negué
a probar bocado durante una semana, y no dormí, o
dormí a la intemperie, entre ecos y crujidos.

De todos modos, nada cambió. Todo siguió siendo
la misma cosa. Y un día me hice mujer, y alguien me
tuvo un rato bajo su mugriento saco y de mí salió
primero un alarido como de perro y al cabo de un
tiempo una carne blanda, sin pecho ni espalda, que
no tardó en ser fácil presa de la peste.

Una vez soñé que un hombre con una cruz
en el pecho me observaba desde lejos. Que sus manos
me arrancaban con dulzura un fulgor que yo no sabía
que tenía y después lo fijaban en un lienzo.

Después ya no vi nada y todo se volvió oscuro,
muy oscuro, como siempre.




o






Desde la oscuridad la figura anónima dice


Un dios para embadurnarlo de sangre y excremento,
para vaciarle la lata de basura junto a su imagen, para
clavarle agujas en la carne, para arrancarlo de su pedestal
y arrastrarlo por las calles mientras la multitud lo escupe
y patea, para consagrarle lo peor de nosotros, lo más
horrible, lo que no soportamos adentro, para bajar por él
hasta el oscuro fondo y en ese agujero llorar de dolor, de
impotencia.

Un dios, sólo un dios con rostro y cuerpo de yeso,
aunque se nos deshaga a la primera lluvia, al primer
viento y lo tengamos que rehacer a cada momento.

o






desnudo y la mascara



Poemas no incluidos en libro individual.
Recogidos, en parte, en Poesía. Ganadores del Concurso Nacional de Poesía Enrique Pezzoni, 1992.
Centro de Estudiantes Facultad de Filosofía y Letras. Buenos Aires, Ultimo Reino, 1992;
y, en la restante, en Breve muestra de poesía contemporánea del Río de la Plata, primera selección.
Buenos Aires, Bianchi Editores, 1994.

o





I am set to light the ground,
While the beetle goes his round...
Blake


Por horror al vacío un aquelarre
de gritos o esferas de luz que giran
o un deseo de ascenso o de caída o un dibujo
de ciervos en una teja hecha con tierra o los ojos
embadurnados con antinonio o sandalias en las llamas
o un borrosa memoria de maderas comidas por el salitre
o un fetiche o un poste soterrado o un gesto tras una ventana

Por horror al vacío

o





En una pared de una celda del Monasterio de San Marcos,
en Florencia, hay un fresco pintado por Guido o Guidobaldo
de Pietro, llamado Fra Angelico, una Anunciación enla que
ángel y mujer se miran a los ojos y tienen los brazos
cruzados sobre el pecho, y la voz del Mensajero parece
hacer vibrar columnas, vestidos y el aire de tal modo que
el ojo humano percibe en las cosas el más absoluto
reposo...


...pero aquí no es Florencia, es otro lugar, anónimo
y lejano, otra celda con las paredes en blanco,
mujer y fantasma no se miran a los ojos
y tienen los brazos caídos al costado del cuerpo. Sólo
se oye la voz del pálido y flaco mensajero de Nadie
que aunque no agita ni un poco los objetos
los infesta de un invencible cansancio:

No tengo, no tendré cosa alguna que anunciarte.

o
(Kafka, Diarios)
Escribimos para mitigar la desesperación;
pero, esta desesperación, ¿es algo que pueda mitigase escribiendo?
5 de julio. Noche.







No es el río por el que sobrenadan pétalos,
ni un cuerpo y otro cuerpo en pura
o impura desnudez, ni una lengua de bovino
en la frente de un niño, ni una mancha de semen o aceite,
ni viento que aviva las hogueras, ni una calle
cerca del Tíber con una mujer en cuclillas, a la luz de la luna,
orinando, ni una máscara de asesino o santo,
ni un murciélago sorprendido por el brillo de las linternas,
ni agua que mana de una piedra, ni una vara de hierro en la espalda del desnudo,
ni una frágil y pálida criatura bajo la lluvia...

Es otra cosa, impalpable, inefable,
que obliga a permanecer despierto, en mitad de la noche,
cuando nada se oye y todo reposa.

o






Atado de pies y manos, la boca llena de trapos,
los ojos abiertos, obligados a mirar
la descomposición de lo que fuera el animal más bello,
el vuelo prepotente, la rapiña de los tábanos
en una tierra poco a poco ganada por las sombras, sogas, aguijones.

o







Está alto, muy lejos,
desde allí un elefante
debe parecerse a un mosquito
y los hombres y sus movimientos
eléctricas motas de polvo
yendo y viniendo, sin sentido,
la vida un calor desesperado e inútil,
la muerte un suceso sin relevancia,
una marca de uña en un inmenso bloque de mármol.
Nadie lo conoce, nadie lo vio
y quien dice lo contrario miente:
sólo vio sus excreciones, sus residuos, esto.

o





Piernas que luchan contra el barro,
un cometa de cabellera venenosa encima de los limonares,
el ladrido de un perro
en dirección a una carne que al oírlo
deja de ser carne y se convierte en arena
a la que un ciego llena de signos, con un palo,
y yo escribo como quien duerme,
y toda mi vida es un recibo por firmar.(2)

(2) Pessoa.

o






Arriba, alumbra. La luz
da contra la cámara estrecha donde descansan
del arduo y bello cansancio; contra
el pozo de agua
en el que bebe quien del silencio va hacia
el silencio, en una mano
un puñado de polvo. Y
da también contra el que no entiende,
se babea y no entiende qué lo sofoca,
qué lo lastima. Arriba,
alumbra, emite luz de perfección,
de burla.

o





La mano está más seca que ayer. No
puede sostener cosa alguna con ella, todo
se le cae. Desde un rincón, un llanto agudo,
incesante. Por esas lágrimas
ya acuden los perros sedientos. Cuando
los ojos se sequen vendrán por la sangre.
Con una mano es imposible protegerlo, espantarlos.
Todo esto lo vi y no había nada
que no fuese soga y nudo del infierno.

o






Nunca como ahora fue tanto, tan profundo,
nunca hubo montañas más altas, ni
ríos más caudalosos. Jamás
los ojos miraron más lejos, las narices
olieron tanto ni tan preciso. Antes
de ahora no hubo lengua más bella, más completa,
más exacta. Nunca
como ahora hubo una ilusión más enorme,
más vana.

o




Anahí Lazzaroni
sobre "Desnudo y la máscara"

Carlos Barbarito o las palabras rutilantes

La poesía de Carlos Barbarito es como un río que baja alucinado y derriba el silencio,
sus palabras son anuncios que vienen desde un gran sueño barroco.
Escritura que despliega sus alas y nos golpea con deslumbrante belleza.

Ushuaia, Tierra del Fuego
Argentina

o




© Carlos Barbarito 1992


Reactiones: libro de visitas o Carlos Barbarito



busca en esta página

powered by FreeFind