Marcelo Gonzalez
CARLOS BARBARITO:
LA POESIA, LA ANGUSTIA, EL TIEMPO
Reportaje
¿Por qué escribiste Teatro de lirios?
En uno de sus libros, Heidegger coloca como existencial privilegiado, la
Stimmung fundamental de la angustia, que nos abre a lo esencial. Y
agrega que en la angustia, experiencia de los límites, y que sólo nos es
dada raramente, en aquello que llama la existencia auténtica, el ente
refluye en su totalidad, el paisaje tranquilizador de nuestro obrar
desaparece, dejándonos en la soledad absoluta, frente a lo Innombrado.
Al releer las páginas de mi poemario tengo la sensación de que cada
poema es la encarnación de esos singulares momentos en que me vi frente
a lo que no tiene un nombre, en la soledad más absoluta, que cada poema
es la encarnación en que sí viví auténtica, realmente. Y que los
espacios en blanco entre unos y otros, y los vastos silencios antes y
después de la obra son reflejo del lado común de la existencia -de mi
existencia-: imposibilidad, frustración, naufragio, oscuridad. El poema
es, entonces, la concreción de un triunfo pasajero sobre el dominio de
la niebla.
¿Existe una mezcla de surrealismo y realidad social en tu poesía?
El pensamiento no se aleja, si es correcto, de la verdad yendo de lo
concreto a lo abstracto, sino que se acerca a ella -ya que, como dice
Garaudy, aprehende no la experiencia sensible sino las relaciones
internas-. Mi poesía no registra de primera mano la apariencia sensible,
sino que llega hasta ella desde los ritmos interiores, desde su esencia,
desde el microcosmos. Toda idea en ella tiene una nítida referencia con
lo real, aunque sea abstracta, porque de otra forma no tendría valor.
Utilizo todos los recursos de los ismos sin atarme a ninguno de ellos y
saliendo de lo íntimo accedo a lo externo por una necesidad interior. El
mismo Garaudy se pregunta si en todas las épocas no hubo siempre un
componente abstracto en el arte y que recién en nuestro siglo pudo ser
aislado en su totalidad. Yo respondería que sí.
¿Por qué aparecen tanto el dolor y la muerte en tu obra?
Mi temprana concepción -influencia de Artaud y Vallejo- del dolor como
forma de interpretación y, también, fundamentalmente, mi crecimiento
preñado de soledad y pensamiento un tanto enrarecido, retorcido, me
refiero a los años de mi infancia, han dejado clara huella en mí y en mi
escritura. Además, los últimos tiempos no me producen más sensaciones
que la del dolor. Sobre la muerte diría que, además de la física, la que
sobreviene al interrumpirse la actividad biológica, mi poesía registra
esa otra muerte que, admirablemente, fijara Artaud y cuya cita aparece
en mi poema Palabra rota. Ese golpe en los nervios, terrible, que nos
sume en la oscuridad pero que nos permite seguir respirando -pienso en
Van Gogh por ejemplo-, sentirse expulsado, extranjero, demasiado alto,
demasiado lejos.
Dame tu posición con respecto al tema del poeta y su ámbito.
Creo que, al menos en parte, esta pregunta está contestada en la
aclaración del comienzo. El poeta tiene como obligación principal ser
contemporáneo de sus semejantes, hablar con el lenguaje de sus
contemporáneos. Sólo así puede emocionar. Si un poeta -y los hay aquí y
ahora- escribiera como Darío y pretendiera que no hubo nada después de
él, por más que hiciera cosas admirables sencillamente no existiría. La
cabal interpretación del hombre y su esencia, la total identificación
con lo humano son los secretos de la sobrevivencia de un Dante o un
Homero. Su visión de la dinámica de la historia les hizo forjar un
mensaje capaz de navegar por el río heraclitiano hasta nosotros y aún de
participar de nuestra realidad. Un mensaje capaz de transformase a sí
mismo a la par de la sociedad.
¿Podrías marcar las relaciones entre la poesía y el ser?
Entre la poesía y el ser del poeta...¡qué complejo! Hasta cierto punto
de la historia se pensaba en que el poeta debía sólo organizar una
cierta expresión, expresar algo -aunque fuese inexpresable- y que ese
era su destino. Un destino mínimo, superficial, diría. A partir de
Rimbaud y de su experiencia límite, el ser poeta es un estado que
involucra todo el ser, una operación que alcanza los pliegues más
profundos, más secretos.
¿Cuál es, desde tu óptica, el futuro de la poesía?
Hegel dice que el arte -ya en su tercera fase: la cristiano-romántica,
cuyo supremo logro, más allá de la pintura y la música, es la poesía, ya
más que arte- el espíritu rebosa sobre la materia, y en ese desajuste
está su grandeza. El arte -sigue Hegel- se sabe superado, comprende que
ya no volverá a ser vehículo primario de la expresión del espíritu, y
que está relegado a un segundo - o tercer- plano de la cultura. Este
sentir de la muerte del arte, tan típico en este tiempo, tiene como
formal consecuencia la ironía, el desapego del espíritu ante toda forma
que tenga que usar para expresarse (toda forma es falsa, anota Goethe).
He aquí evidentes signos para entender el presente y determinar su
futuro de nuestra poesía escrita en subjuntivo como advirtiera
tempranamente Kierkegaard.
Publicado en el Suplemento Cultural del diario La Opinión, Pergamino,
Buenos Aires, 10 de octubre de 1985.
© Marcelo
Gonzalez 1985
Reactiones: Carlos Barbarito.
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